The Encanto Hotel | Taller Aragonés

The Encanto Hotel was built in Acapulco with few resources, economic materials, and local labor. The building tries to retain a human scale. Occasionally narrow, even small compared to or in contrast with its great heights; it has corners where only two people fit, intimate spaces that shelter and protect its guests. In this hotel, the potential for amazement is constant. One cannot help but observe each place, there is no room for distraction: common areas, private spaces, all designed for concentration and relaxation. Encanto is also a great labyrinth whose exits open out onto and are completed by the ocean. Everything was playfully created to generate continual momentum from the sea, to compel those staying there to seek and find a way out, arriving at it always and capturing it with their gazes. Architectural works are always better off when economization prevails and the greatest possible content is conveyed with the least amount of material. To say more while using less: nothing could be more environ- mental or sustainable. The physical side is measurable, while the subjective element takes charge of the spiritual, intangible side. Both have the same relevance and must be successfully harmonized. An architect who attends only to the emotional side makes his work into a kind of sculpture, something more akin to an artistic venture. It is very tempting for architects to feel as if we were artists, but we are in fact a hybrid that must be well grounded, that must take into account the specific needs of those who will inhabit the spaces we create. And by this I am referring to their spiritual, physical, and economic needs. Without these values, architecture is too easily diminished. Efficient use of materials, availing oneself of all the resources that belong to a construction; this is a quantifiable, objective side that we cannot lose sight of, no matter how creative or artistic we want our architecture to be. [SP] El Hotel Encanto se construyó en Acapulco con pocos recursos, materiales austeros y mano de obra de esa zona. La edificación trata de guardar la escala humana. En ocasiones estre- cha, reducida, en diálogo o contraste con grandes alturas; rincones donde sólo caben dos personas, espacios muy íntimos que cubren y protegen a los huéspedes. En este hotel todo el tiempo cabe el asombro y no hay manera de no observar cada lugar, no hay forma de distraerse: áreas comunes, espacios privados, todos ellos creados para la Encanto es también un gran labe- rinto cuyas salidas se abren y rema- tan en el océano. Es un juego donde todo fue creado para generar una continua pulsión por el mar; para hacer que quienes lo habiten, bus- quen y encuentren la salida, lleguen siempre a él con la mirada, lo atrapen a obra arquitectónica siempre es mejor cuando pre- domina la economía y se transmite el mayor contenido con el menor número de materiales. Decir más, con menos: nada más ecológico y sustentable que eso. La parte física es la medible y la parte subjetiva se ocupa de la parte espiritual, no tangible. Las dos tienen la misma relevancia y debe lograrse su sintonía. Un ar- quitecto que sólo atiende a la parte emocional, vuelve su obra una especie de escultura, y esto tiene más que ver con un ejercicio plástico. Es muy tentador para cualquier arquitecto sentirse artista, pero más bien somos ese híbrido que tiene que aterrizar, tomar en cuenta los requerimientos específicos de quienes van a habitar el espacio que creamos; y con esto me refiero concretamente a necesi- dades espirituales, físicas y económi- cas. Sin esos valores, la arquitectura fácilmente se diluye. Eficiencia en el uso los materia- les, aprovechamiento de todos los recursos, materiales pertinentes a una construcción, es la parte cuan- tificable, objetiva, que no puede perderse de vista, por más creativa o por más artística que quiera ser la arquitectura.