Casa Urbano | Alberto Cerezo Narváez

El solar conforma un elemento más de la densa trama urbana consolidada de El Puerto de Santa María, en un conjunto de manzanas donde conviven en armonía un sinfín de viviendas entre medianeras. Cada una de ellas muestra su identidad, y a través de ella la de sus habitantes. Una parcela rectangular permite sintetizar la idea de crear un volumen cúbico, un cubo de rubik, donde cada una de sus 27 particiones conforman la casa, por sí mismos y en unión de otros, construyendo o creando vacíos. La escalera, columna central del “cubo”, vertebra la vivienda, comunica las estancias, relaciona las plantas, sirve de nexo de unión de todas las dependencias, principio y fin de todos los recorridos, observando y siendo vista, reconocible desde cualquier punto del edificio, emergiendo como protagonista. En contacto directo con la escalera se desarrolla el patio, privacidad y aislamiento que necesita la vivienda para encontrarse a sí misma, relacionándose con su espacio natural en propiedad. Los espacios “no construidos” van creciendo conforme se asciende, horadando el cubo, asomándose unas a otras. El espacio interior se configura en torno a la escalera, articulada por el mínimo nº de elementos necesarios para resolver el programa. Los accesos y los dormitorios constituyen el 1º nivel y el estar-comedor, la cocina y el dormitorio principal el 2º, donde aparece una terraza de apoyo a la cocina que se asoma al patio. La fachada se presenta como un plano que devuelve a la actualidad gestos tradicionales de las viviendas autóctonas, manteniendo su esencia, su escala y proporción, depurando formalmente las invariantes de estas construcciones y utilizando las técnicas y elementos constructivos que hoy son de aplicación. El deseo de racionalidad ha llevado a soluciones coincidentes con la arquitectura popular, un encuentro que se produce de forma espontánea y natural.