Laja

Una intensa relación entre el lugar y la persona Muras / Spain / 2021

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ES


Desde el verano de 1922, Martin Heidegger comenzó a habitar una pequeña cabaña en las montañas de la Selva Negra, al sur de Alemania. A lo largo de los años, Heidegger trabajó desde esa cabaña en muchos de sus escritos.


En verano de 2021 bajo una incontestable pregunta, nos refugiamos de todo y de todos en una pequeña casa, casi a medio demoler, en el concello de Muras. Comenzamos a habitar bajo los pies de la Iglexa de Santa María do Burgo, donde una tensa dialéctica de la intimidad contra el universo se materializaba en el límite no colmatado mediante una procesión de lajas de pizarra colocadas altruistamente en su posición vertical, y que pertenecían más, al otro lado del cercado, que al nuestro. El límite construido transpirable había elegido su bando.


Del carácter heterogéneo de esas losas nació Laja, una mesa que pudiera hablar de una intensa relación entre el lugar y la persona, capaz de ser soporte de nuestras inquietudes e imaginarios, pero sin perder la esencia de desaparecer con el bosque, de pertenecer al otro lado del cercado.


¿Quiénes éramos nosotros para prohibir a alguien ser?


Disgregadas las piezas que las componen, se produce un deseo de un orden temporal y físico significativo, una sensibilidad hacia las dimensiones de la presencia y la ausencia producida al extraer del ecosistema una parte del mismo; una interacción mutua de mente, cuerpo y lugar.


La superficie quasi horizontal deriva, en términos dimensionales, del espacio medido emocionalmente frente al medio natural. Esto se traduce, en que sus dimensiones no exceden de la ergometría momentánea que supone su selección, recolección, carga y transporte por una persona de unos 170 cm. de altura; a su vez, la esbeltez de la losa condiciona su longitud, a medida que la deformada de la pieza sometida a carga uniformemente repartida o puntual durante su uso pudiera llegar a quebrarla.


De estructura cuadrúpeda electrosoldada mediante retales de acero algo oxidados y tonos ocres, hace que el color natural de la patología se mimetice con los troncos que rodean la casa, permitiendo a la losa, por primera vez en mucho tiempo, descansar sobre el sotobosque de helechos y vagabundas.


La deformación producida por el estrato tierra se amortigua mediante calzos obtenidos del propio terreno, utilizando un sistema de entropía cero donde toda la materia obtenida es devuelta a su lugar, cerrando un proceso o ciclo totalmente reversible.


Aquel verano de 2021 retóricamente, participamos en cuestiones activas relativas a la presencia. Para nosotros, la mesa podría pertenecer al otro lado del cercado, pero sería el tiempo y el lugar quien dictase la poderosa posibilidad de hacerla totalmente suya y devolvérnosla cada doce meses una vez que, líquenes, musgo y otros seres vivos acampen a sus anchas en los meses de barbecho productivo, decolorándola, apropiándosela, e incluso erosionándola.


En contraste, las comodidades con las que nos encontramos en la ciudad mientras este proceso evolutivo sucede, tiene una merma de la sintonía experiencial que encontramos en el bosque, sentados en un tronco caído, intensificando la interacción entre “habitar” o “producir” con los rincones de la “habitación” delimitada por la madreselva.


La mesa de la casa nunca podrá ser de una medida y de una relación tan intensa como aquella tan cercana que producía la que abandonamos en el bosque. Más confortable, más pública, más ligada a las necesidades básicas, a los asuntos humanos. No había nada que la enturbiara, era lo suficientemente elemental para ser.


La grandeza o pequeñez de una obra depende de donde esté quien la hizo.


O mejor dicho, de con quien la hizo.


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EN


From the summer of 1922, Martin Heidegger began to live in a small cabin in the mountains of the Black Forest in southern Germany. Over the years, Heidegger worked from that cabin on many of his writings.


In the summer of 2021, under an unanswerable question, we took refuge from everything and everyone in a small house, almost half demolished, in the municipality of Muras. We began to live under the feet of the Iglexa de Santa María do Burgo, where a tense dialectic of intimacy against the universe materialized in the uncrowded limit by means of a procession of slate slabs altruistically placed in their vertical position, and that belonged more to the other side of the fence than to ours. The breathable constructed boundary had chosen its side.
From the heterogeneous character of those slabs, Laja was born, a table that could speak of an intense relationship between the place and the person, capable of supporting our concerns and imaginations, but without losing the essence of disappearing with the forest, of belonging to the other side of the fence.


Who were we to forbid someone to be?


Disaggregated the pieces that compose them, there is a desire for a significant temporal and physical order, a sensitivity towards the dimensions of presence and absence produced by extracting from the ecosystem a part of it; a mutual interaction of mind, body and place.
The quasi-horizontal surface derives, in dimensional terms, from the emotionally measured space against the natural environment. This means that its dimensions do not exceed the momentary ergometry involved in its selection, collection, loading and transport by a person of about 170 cm. tall; in turn, the slenderness of the slab conditions its length, as the deformation of the piece subjected to uniformly distributed or punctual load during its use could break it.
The four-domed structure, electrowelded with somewhat rusty steel scraps and ochre tones, makes the natural color of the pathology mimic the trunks surrounding the house, allowing the slab, for the first time in a long time, to rest on the undergrowth of ferns and vagabonds.


The deformation produced by the earth layer is cushioned by shims obtained from the ground itself, using a zero entropy system where all the matter obtained is returned to its place, closing a totally reversible process or cycle.


That summer of 2021, rhetorically, we participated in active questions of presence. For us, the table might belong on the other side of the fence, but it would be time and place that would dictate the powerful possibility of making it wholly theirs and returning it to us every twelve months once lichens, moss and other living things make camp in the months of productive fallow, discoloring it, appropriating it, even eroding it.


In contrast, the comforts with which we find ourselves in the city while this evolutionary process takes place, has a diminishing experiential attunement that we find in the forest, sitting on a fallen log, intensifying the interaction between "inhabiting" or "producing" with the corners of the "room" delimited by the honeysuckle.


The table of the house can never be of a measure and a relationship as intense as the one so close that produced the one we left in the forest. More comfortable, more public, more linked to basic needs, to human affairs. There was nothing to cloud it, it was elemental enough to be.


The greatness or smallness of a work depends on where the one who made it is.
Or rather, with whom it was made.

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    ES Desde el verano de 1922, Martin Heidegger comenzó a habitar una pequeña cabaña en las montañas de la Selva Negra, al sur de Alemania. A lo largo de los años, Heidegger trabajó desde esa cabaña en muchos de sus escritos. En verano de 2021 bajo una incontestable pregunta, nos refugiamos de todo y de todos en una pequeña casa, casi a medio demoler, en el concello de Muras. Comenzamos a habitar bajo los pies de la Iglexa de Santa...

    Project details
    • Year 2021
    • Main structure Steel
    • Client private
    • Contractor Oscar Cruz + Javier Lázaro
    • Status Completed works
    • Type Parks, Public Gardens / Urban Furniture / River and coastal redevelopment / Furniture design / Product design / self-production design
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