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“Estos días azules y este sol de la infancia”
Antonio Machado

De un último verso arrugado, escrito en un trozo de papel guardado en el bolsillo agujereado de un abrigo sin dueño y olvidado en el perchero de una pensión, se alude al anhelo, al suspiro suscitado por la memoria y el recuerdo.

JB3A es la muestra no evidente entre la conjunción de dos narrativas superpuestas que aún no se habían conocido: la propia, la de la vida humana y la heredada del propio edificio.

De aquel sueño que tuvieron promotor y arquitecto por realizar una piscina en lo alto de un edificio con traje de sastre mediante prefabricados de hormigón junto a la Castellana, desde donde disfrutar los días azules de verano, fue calculada y proyectada una losa de hormigón armado perfectamente encofrada en su cara inferior, pero que, olvidada por lo brutalista de su belleza, permaneció oculta bajo un cielo raso de escayola, aun siendo evidenciada en el ojo de una sensual escalera de caracol que descubría su circular canto de más de cincuenta centímetros.

Dos estructuras de distinta respuesta, tiempo e identidad convivían en el mismo lugar. Por un lado, aquel gigante que aún pensaba que por sus pilares se transmitía la carga de un oasis mediterráneo que besaba el cielo; y por el otro, aquella ‘cabaña’ doméstica y cotidiana que recuperaba la volumetría normativa repartiendo la azotea no disfrutada entre los vecinos. Un ático dúplex sobre el cual existe una fricción entre dos estadios relacionales topológicos que nunca llegaron a ser.

Bajo esta narrativa contemporánea y priorizando la lectura de las preexistencias e invirtiendo en los valores propios del espacio que conforma por sí mismo la estructura, el nuevo sueño de habitar se produce bajo el listado de tres verbos como forma de acción sobre la materia para la consecución del espacio: vaciar, perforar y horadar.

Basado en el vaciado completo de la vivienda, de losa a losa, hasta alcanzar el plano inclinado de cubierta, se entiende el elemento estable como potenciador matérico y como escenario sobre el que se producen el resto de las acciones. Ante la obsolescencia de una escalera de caracol que ya no cubre las necesidades de accesibilidad que requiere el habitar, se perfora y refuerza la losa, recuperando probetas y testigos como material apilable y reutilizable como mobiliario.  Perforaciones periódicas y consecutivas que descosen la materia para permitir el paso de una escalera blanca más que cómoda. La optimización de uno mismo pasa por liberar el centro con el fin de optimizar el espacio programático. Se horada para optimizar, se horada para iluminar, se horada para encontrar la emoción. Se abren los huecos convenientes en el plano inclinado para que la vivienda sea atravesada por la luz de manera que podamos aprovechar el perímetro de la casa y a su vez, relacionar los dos niveles, las dos estructuras, los dos anhelos. Perforación, horadación y vaciado se entienden como conjunto una vez que la luz atraviesa las dos primeras y baña e impregna la tercera.

El orden, por lo tanto, aparece como préstamo de estructura y acción. Tras el vaciado del interior, un muro ‘azzurro’ cede el protagonismo a la organización de una estancia principal en la que se agrupa, adosada al perímetro, una única banda de siete metros y medio de longitud que contiene todo el equipamiento básico para el habitar, almacenaje, cocina e instalaciones. Equipamiento que mantiene una distancia y separación de diálogo y respeto con la losa y la preexistencia del ojo de la escalera de caracol, haciéndose eco en un plano virtual a doscientos veinte centímetros del suelo que resuena en el despiece de la madera lacada azul. Por otro lado, el muro, separa los espacios más íntimos de baño, lavandería y zona de noche accesible, de la estancia pública de la vivienda. El resto del espacio permite una configuración versátil, de fachada a fondo, caracterizado por el haz de luz que se cuela entre la huella sin tabica y la perfilería de la baranda. Un plano vidriado continuo en el frente de cocina y salón descompone la escalera en un juego de reflejos y fugas. Dispersa y reconfigurada, nada perturba una sala que termina de teñirse con todos los tonos azules imaginables.

En planta alta, dos dormitorios idénticos flanquean la nueva escalera, agrupándose junto a las nuevas ventanas que actúan, por medio del plano inclinado, como privilegiados miradores hacia la ciudad, desde donde observar el cielo de Madrid. La disposición del nuevo espacio permite compartimentar y aislar ambos niveles a favor de una privacidad consentida, haciendo posible la independencia y desvinculación entre moradores, y a la vez, conectarse instantáneamente por medio de olores, susurros y un ‘baja a hacerme compañía’ favorecido por la continuidad vertical entre estancias flexibles.

La casa blanca y neutra busca la simplicidad, el orden y la consecución de unificar el espacio mediante el empleo de tres materiales aportados, madera, cerámica y vidrio; y un préstamo, la gran losa de hormigón.

El uso del color en el resto de la vivienda se limita a un vínculo directo y de relaciones visuales entre el muro azul y la realización de las distintas acciones dentro de los espacios principales flexibles superior e inferior y las zonas más íntimas de la casa.

De aquel sueño que tuvieron promotor y arquitecto, he querido crear una zona azul*, algo así como un espacio de significación incansable, donde todo lo que ocurra sea más sencillo y despreocupado, donde poder olvidar un abrigo en el perchero sin importar el contenido de los bolsillos, porque sintamos que estamos donde teníamos que estar. Algo así como una ‘casa’.

Dicen, que la ausencia de aquella piscina dio pie a la imaginación de quienes trazaron la primitiva escalera de caracol. Quería que esta casa mantuviera el anhelo del sol, de este sol de la infancia.

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“Estos días azules y este sol de la infancia”
Antonio Machado

From a last wrinkled verse, written on a piece of paper kept in the holey pocket of a coat without an owner and forgotten on the hanger of a hostel, allusions are made to nostalgia, to the sigh caused by memory and remembrance.

JB3A is the non-obvious sample between the conjunction of two superimposed narratives that had not yet been known: its own, that of human life and that inherited from the building itself.

From that dream that the promoter and architect had to build a swimming pool on top of a building in a tailor's suit using prefabricated concrete next to the Castellana, from where to enjoy the blue days of summer, a reinforced concrete slab was calculated and projected perfectly formwork on its lower face, but which, forgotten by its brutalist beauty, remained hidden under a plaster ceiling, even being evidenced in the eye of a sensual spiral staircase that revealed its circular edge of more than fifty centimeters.

Two different response structures, time and identity coexisted in the same place. On the one hand, that giant who still thought that the load of a Mediterranean oasis that kissed the sky was transmitted through its supports; and on the other, that domestic and everyday 'cottage' that recovered the normative volume by distributing the unused roof terrace among the neighbours. A duplex penthouse on which there is a friction between two topological relational stages that never came to be.

Under this contemporary narrative and prioritizing the reading of the pre-existence and investing in the values ​​of the space that makes up the structure itself, the new dream of inhabiting is produced under the list of three verbs as a form of action on the matter to achieve of space: void, perforate and drill.

Based on the complete emptying of the house, from slab to slab, until reaching the inclined plane of the roof, the stable element is understood as a material enhancer and as a stage on which the rest of the actions take place. Faced with the obsolescence of a spiral staircase that no longer covers the accessibility needs required by living, the slab is perforated and reinforced, recovering test tubes and cores as stackable and reusable material as furniture. Periodic and consecutive perforations that unstitch the material to allow the passage of a more than comfortable white staircase. The optimization of oneself goes through freeing the center in order to optimize the programmatic space. It drills to optimize, it drills to illuminate, it drills to find emotion. The convenient holes are opened in the inclined plane so that the house is crossed by light so that we can take advantage of the perimeter of the house and, in turn, relate the two levels, the two structures, the two desires. Perforation, drilling and emptying are understood as a whole once the light passes through the first two and bathes and permeates the third.

The order, therefore, appears as a loan of structure and action. After the emptying of the interior, an 'azzurro' wall gives prominence to the organization of a main room in which a single band of seven and a half meters in length is grouped, attached to the perimeter, containing all the basic equipment for living, storage, kitchen and facilities. Equipment that maintains a distance and separation of dialogue and respect with the loss and pre-existence of the eye of the spiral staircase, echoing in a virtual plane two hundred and twenty centimeters from the ground that resonates in the exploded view of the blue lacquered wood. On the other hand, the wall separates the most intimate spaces of the bathroom, laundry and accessible night area, from the public room of the house. The rest of the space allows for a versatile configuration, from façade to depth, characterized by the beam of light that filters between the imprint without partition and the profiles of the railing. A continuous glazed plane in front of the kitchen and living room breaks up the staircase in a game of reflections and leaks. Dispersed and reconfigured, nothing disturbs a room that has just been dyed in all the shades of blue imaginable.

On the upper floor, two identical bedrooms flank the new staircase, grouped together with the new windows that act, through the inclined plane, as privileged viewpoints towards the city, from which to observe the Madrid sky. The layout of the new space allows compartmentalizing and isolating both levels in favor of consented privacy, making possible independence and disengagement between residents, and at the same time, connect instantly through smells, whispers and a 'come down to keep me company' favored by the vertical continuity between flexible rooms.

The white and neutral house seeks simplicity, order and the achievement of unifying the space through the use of three contributed materials, wood, ceramics and glass; and a loan, the large concrete slab.

The use of color in the rest of the house is limited to a direct link and visual relationships between the blue wall and the realization of the different actions within the main flexible upper and lower spaces and the most intimate areas of the house.

From that dream that the developer and architect had, I wanted to create a blue zone*, something like a space of tireless significance, where everything that happens is simpler and more carefree, where you can forget a coat on the rack regardless of the content of pockets, because we feel that we are where we should be. Something like a 'house'.

They say that the absence of that pool gave rise to the imagination of those who traced the primitive spiral staircase. I wanted this house to keep the longing for the sun, this childhood sun.

Construction REDO Construcción

Photographs Imagen Subliminal (Miguel de Guzmán + Rocío Romero)
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Photographs Javier Lázaro
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