Tecas 43 | Taller Aragonés

Science is the great motor of humanity and its progress has been unquestionable. In the 20th century, for ex- ample, it was capable of deciphering and measuring the invisible; from observing the most microscopic phe- nomena to understanding the remote corners of outer space. Transferring knowledge in order to abound in new discoveries or reveal hidden aspects of reality is a daily exercise among scientists. Today, we know much more about the universe than we did just a few years ago. Science, with its methodology, and art, with its cre- ative gaze, have succeeded in helping us understand things more clearly. They have shown us the world as dual points of view that unveil, that reveal through two different lenses. Great artists are capable of unmasking objects—in the broadest sense. That is why I believe that art shows us what is pertinent and eliminates the irrelevance of objects, that which does not belong there. Art purifies objects and allows a much cleaner gaze; it allows us see with- out prejudice, and that is why it makes us more free. Societies that live and produce art are humanized and have a clearer, more vital frame of reference. I am one of those who believe that art has also evolved. In its trajectory throughout history, it has gone from the complexities of Bosch to a cer- tain purification and simplicity that are also endearing. Such is the case of artists like Dan Flavin, Josef Albers, and Mark Rothko, for example, where there has been a synthesis, a capacity to communicate and inspire using far fewer resources. Beyond a doubt, we bear witness today to an evolution in the use of lan- guage, or even in the management of what inspires us. It is likely that this reduction of elements in the art world has to do with the fact that our societies are saturated with information from too many sources, re- sponding to the excess of messages we find ourselves facing each day. Naturally, I believe art has succeeded in communicating the essentials to us with much less. [SP] La ciencia ha sido un gran motor de la humanidad y su progreso es inobjetable. En el siglo xx, por ejemplo, fue capaz de descifrar y de medir lo invisible; observó lo más micro y pudo entender lo más remoto en el espacio. La transferencia del conocimiento para abundar en el descubri- miento de cosas o asuntos velados es un ejercicio cotidiano entre los cien- tíficos. Hoy se sabe mucho más del universo que hace tan sólo unos años. La ciencia desde su método y el arte desde la mirada del creador, han logrado que entendamos las cosas más certeramente. Han sido capaces de mostrarnos el mundo: dos puntos de vista que develan, que revelan, desde dos lentes distintas. Los grandes artistas son capaces de desenmascarar —en un sentido amplio— los objetos. Por eso creo que el arte muestra lo pertinente y elimina lo irrelevante del objeto, lo que no le pertenece. El arte purifica el objeto y nos permite una mira- da más limpia; nos permite ver sin prejuicios, y por eso nos hace más libres. Las sociedades que viven y producen arte se humanizan y tie- nen una referencia más clara y vital de las cosas. Soy de los que piensa que el arte también ha evolucionado. En su tra- yectoria a lo largo de la historia, ha ido de las complejidades de un Bosco a cierta depuración y sencillez, tam bién entrañables. Es el caso de artis- tas como Dan Flavin, Josef Albers y Mark Rothko, por ejemplo, en donde ha habido una síntesis, la capacidad de comunicar y conmover con mu- chos menos recursos. Sin duda, hoy somos testigos de una evolución en el manejo del lenguaje; en el manejo, incluso, de lo que nos emociona. Es probable que esa reducción de elementos que en la actualidad ha experimentado la obra artística tenga que ver con que somos sociedades saturadas de infor- mación desde muchos ángulos, y responda a un exceso de mensajes a los que nos enfrentamos cotidianamente. De forma natural, creo, el arte ha logrado comunicar- nos cosas esenciales con mucho menos.