CENTRO LOGÍSTICO | PABLO AGUILAR GIL

ENTORNO Desde un primer momento, el acercamiento a Órgiva por la carretera de las alpujarras hasta llegar a Tablones, se presenta como un auditorio majestuoso y dentado, sumergido en un solemne silencio por el que vamos penetrando desde el gran respeto que los acantilados y una carretera de montaña tortuosa nos invoca. El gran protagonista a pesar de la mano del hombre, sigue siendo brutalista y conmovedor con perspectivas que se pierden en cimas nevadas y masas forestales manchadas con motas de polvo configuradas por pequeños núcleos urbanos. Un poderoso viento de poniente y el gran escenario descrito como telón de fondo ya fueron suficientes ingredientes para que antes de llegar al solar donde íbamos a intervenir el edificio se hubiera configurado previamente en nuestras mentes. IDEA ARQUITECTÓNICA Poco había que hacer pues una vez pisamos el solar, amasar un poco de tierra del lugar para ubicar encima un gran captador, una membrana silenciosa que se asomase a todo el espectáculo rocoso que teníamos en frente. Así pues la idea cogió forma, un monolito neutro, que surgido de entre las rocas se agachase ante la inmensidad del entorno fastuoso para terminar en un gran óculo que sirviera como balcón para admirar el viento silencioso de coníferas, riachuelos y demás flora que teníamos delante. Un edificio al servicio de perspectivas exteriores, con amplios espacios multifuncionales, que a través de sus patios y su zócalo transparente trata de robar un poco más del tesoro natural donde se ubica. De este modo, la intervención mínima, en este caso para un centro algroalimentario, trata de quedarse muda, de ser la mínima expresión arquitectónica que no diga nada, y así dejar el entorno lo más intacto posible para que siga siendo el principal protagonista.