DISFRUTAR RESTAURANT | El Equipo Creativo

The design project takes off from various starting points: On one hand the site, unique and challenging in its layout as well as its location, requires a strong solution. We find a locale with a small, narrow façade on a busy street in the Eixample area of Barcelona. The space widens, relaxes and becomes filled with natural light as we cross the characteristic city block of the Eixample area until we reach the patio where the locale opens up onto a large terrace.

On the other hand are our clients, a unique and risky team of chefs, and the values which they hope to transmit with this, their second restaurant, Disfrutar (Enjoy). With it they have made the jump to Barcelona from Compartir (Share) in Cadaqués, after years working as head chefs in El Bulli, one of the best restaurants in the world. From the very first encounter they speak of the importance of quality, naturalness and humility in their cuisine. It is their intention to transmit something of the essence of the Mediterranean sea and people, their respect to its history and heritage, and their admiration to its beautiful privileged nature.

Their vital attitude invites us to experience with all five senses and enjoy the pleasures of good life and good food. We clearly differentiate two spaces or environments, a more urban and active space towards the city, where the bar and winery are located, and a more natural and relaxed space towards the interior patio and terrace, where the main dining room is situated. And in the center of the two spaces, as a link between the two, we find the kitchen, the heart of the restaurant, open to the curiosity of the guests who walk through it.

The ceramic material is present throughout the different atmospheres, thereby bringing us closer to the values that our clients wish to transmit: naturalness, humility and respect for the history and heritage of the Mediterranean. But in each space it is transformed into a new material which helps us to make each area unique.

The entrance area contains more urban references, like the metallic structures of the antique Ninot food market across the street. In this area we use ceramics in a colorful, artistic way, with panels of monochromatic tiles which surround us as if they were part of a deconstructed mural by Miró, the artist.

The kitchen is the oven of the restaurant, both real and metaphorical, as it is from there that all activity emanates. Here we use ceramics in their most humble and rugged format: pieces of, baked bricks in their natural color, form a permeable limit through which the guests can see the interior of this oven, golden and warm.

Passing through the heart of the kitchen we arrive at the main dining room, a wide luminous space which visually mimics the terrace and which invites us to open our gaze and our spirit, transporting us away from the city to a more natural environment. We are embraced by white walls, ceilings and floors, surfaces with openings in a chaotic order, reminiscent of Mediterranean towns.

The limits of the space are drawn by these openings and windows which allow color to enter the space, always Mediterranean, like the green of the bushes, the yellow of the genista or the blue of the sky.

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El proyecto de diseño comienza su recorrido desde varios puntos de partida: Por un lado el local, singular y arriesgado tanto en su forma como en su ubicación, nos exige una respuesta contundente. Encontramos un espacio con una fachada pequeña y estrecha en una activa calle del Eixample Barcelonés: un espacio que se amplía, se relaja y se llena de luz a medida que se atraviesa la característica manzana del Eixample hasta llegar al patio de manzana, donde el local se abre a una amplia terraza.

Por otro lado los tres clientes y los valores que aspiran a transmitir con su segundo restaurante, Disfrutar, con el que dan el salto a la ciudad de Barcelona desde su Compartir en Cadaqués, después de años de trabajo como jefes de cocina del Restaurante El Bulli, junto con Ferran Adrià. Sin duda, un cliente también singular y arriesgado, que nos habla desde el primer encuentro de la importancia de la calidad, la naturalidad y la humildad en su cocina. Su propuesta pretende transmitir algo de la esencia del Mediterráneo, desde el respeto a la historia y herencia de sus pueblos y a una naturaleza privilegiada y de gran belleza, hasta la admiración por sus artesanos, artistas y arquitectos que han transformado esa esencia en piezas de gran belleza. Una actitud vital que nos invita a experimentar con los cinco sentidos y a disfrutar del placer de la buena vida y el buen comer.

Intentamos intervenir en el local con la misma contundencia espacial con la que este se nos presenta a través de algunas decisiones clave. Por un lado diferenciamos claramente dos espacios o ambientes, uno más urbano y activo hacia la ciudad, donde se sitúan la barra y la bodega y otro más natural y pausado hacia el patio de manzana y la terraza, donde se sitúa el comedor principal y la terraza. Y en el centro del espacio y como nexo de unión encontramos la cocina, el corazón del restaurante, un espacio que el cliente atraviesa abriéndose a su mirada curiosa.

La cerámica nos acompaña durante todo el recorrido, acercándonos a los valores que nuestro cliente pretende transmitir: naturalidad, humildad y respeto a la historia y herencia del Mediterráneo. Pero en cada uno de los espacios se transforma en un nuevo material que nos ayuda a dotar cada zona de singularidad.

La zona de acceso busca referencias más urbanas, como las estructuras metálicas del mercado del Ninot situado al otro lado de la calle y utiliza la cerámica de una manera colorista, casi artística, con planos de azulejos monocromáticos que nos envuelven como si de un gran mural “mironiano” de-construido se tratara.

La cocina es el horno, real y metafórico, el espacio donde se cuecen todas las historias de la casa. La cerámica en su formato más humilde y bruto, piezas de ladrillos recién horneados en su color tierra original construye un límite permeable a la vista del cliente, y muestran el interior de este horno, dorado y caliente.

Atravesando las entrañas de la cocina llegamos al comedor principal, un espacio amplio y luminoso que se mimetiza visualmente con la terraza y que nos permite descomprimir la mirada y el espíritu, transportándonos fuera de la ciudad, a un ambiente más natural. El blanco nos envuelve en paredes, techos y suelos, superficies que se agujerean a través de un orden caótico, como si de un pueblo mediterráneo se tratara. A través de estos huecos o ventanas los límites del espacio se desdibujan, y a través de ellos aparece el color, siempre mediterráneo, como el verdor de los arbustos, el amarillento de la genista o el azul del cielo.